Quito, la capital de Ecuador, guarda en su Plaza Grande, ubicada en el Centro Histórico, la génesis de un país que se apresta a conmemorar 212 años del Primer Grito de su Independencia.
«Lo que se mantiene hoy casi intacto es el trazado en cuadrícula, que partió de esta plaza. Los edificios que han quedado casi en su forma original serían sobre todo los templos», explica a Efe Patricio Guerra, cronista de una ciudad que fue fundada oficialmente en 1534 por los españoles, sobre un lugar que «los indios llamaban Quito».
Para el cronista, la epopeya comienza a contarse sola desde la Plaza Grande o de la Independencia, donde se erige el monumento a los líderes del Primer Grito de Independencia, un acto por el que un grupo de líderes criollos depuso al presidente de la Real Audiencia de Quito, el conde Manuel Ruiz de Castilla, dando a la capital ecuatoriana el apodo de «Luz de América» pues con ello se abrió el proceso independentista en todo el continente.
El «Monumento a los héroes del 10 de agosto» incluye en su iconografía un cóndor rompiendo una cadena con su pico y un león (España) retirándose herido.
«Es un sitio obligado», asegura Guerra, para quien el entorno de la Plaza Grande debió ser entonces muy parecido al de hoy, con vendedores ambulantes «de una economía informal», «indígenas y mestizas que vendían productos de sus chacras (huertos) y que estaban en pugna con los que pagaban aranceles al cabildo». Incluso con su rumorología política. (EFE)