El Gobierno nacional condecoró a Antonio Valencia con la Orden Nacional al Mérito en el Grado de Oficial, reconocimiento de carácter civil por su brillante trayectoria deportiva internacional. El acto se realizó en el Salón Amarillo, con la solemnidad que el caso ameritaba. La notable carrera deportiva de Valencia está adornada con nueve títulos e igual número de premios individuales, entre los que consta haber sido designado el mejor jugador del Manchester United la temporada 2011-2012. Además, el ecuatoriano lució la banda de capitán de su equipo y su paso por el Old Trafford será recordado por siempre en el Teatro de los Sueños, como lo apodó alguna vez Sir Bobby Charlton.
Antonio Valencia, en su último partido, el domingo anterior, pudo confirmar que cerraba un ciclo con el cariño del público. Derramó sus últimas gotas de sudor bajo un sonado aplauso y así bajó el telón de su fantástico tránsito por tierras británicas. Todas estas estadísticas, pocas veces vistas en un futbolista ecuatoriano, fueron méritos suficientes para que el Gobierno nacional consigne tan importante y justa condecoración; no obstante, es importante detallar otros méritos que se requieren para recibir tan prestigiosa medalla y por eso el primer mandatario de la nación agregó en su alocución: “Toño, no has perdido tu sencillez, has ganado en humildad. Quizá el mejor título que cualquier ser humano quisiera ostentar”. Esa frase resume los sentimientos sinceros de gratitud y admiración que guardamos sus compatriotas. Esos valores también convalidaron el reconocimiento al mérito en Grado de Oficial.
Luis Antonio Valencia Mosquera, nacido en Nueva Loja, Sucumbíos, un 4 de agosto de 1985, debió sufrir y sudarla, como lo hacen tantos amazónicos en el anonimato. Cuentan que su destreza con la pelota la descubrió Pedro Pablo Papi Perlaza cuando el Toño todavía no cumplía 14 años. El exvolante lo llevó a entrenar a las canchas polvorientas de la Federación Deportiva de Sucumbíos y su primer club fue el Caribe Júnior. Luego vino la prueba en el club El Nacional, donde pasó las pruebas para integrarse a la categoría sub-16.
Hay documentos que confirman que el DT de El Nacional, Dragan Miranovic, lo vio jugar en juveniles del club y pidió que inmediatamente lo traspasen a trabajar con el plantel de primera. Ahí no demoró en ganarse la titularidad, hasta que le llegó la convocatoria de la Selección en el 2004 y todos recordamos ese 27 de marzo del 2005, el día que Ecuador goleó a Paraguay 5-2, en el Olímpico Atahualpa, con dos goles del joven Antonio Valencia.
Luego vino el Mundial de Alemania 2006, donde concurre con la Tricolor. Lo destacado de esa participación fue que a Valencia lo eligieron para competir en el concurso del mejor jugador joven de aquel Mundial de la FIFA y ante la sorpresa de todo el planeta, nuestro compatriota gana la preferencia, superando a nada menos que nombres como los de Rooney, Cristiano Ronaldo, Podolsky y Messi.
El equipo español Villarreal, que lo había contratado, lo cede al Recreativo de Huelva, cuadro de segunda división; cuando se conoció esa noticia, muchos consideramos que era un golpe fuerte de superar. Ir al Huelva era convertirlo en un futbolista segundón en la difícil órbita europea, pero un día cualquiera, nuevamente Antonio Valencia nos brinda la feliz noticia que el equipo Wigan de la Liga Premier lo había contratado. Se abrió así una nueva esperanza y luego de tres años exitosos en ese equipo se interesó el Manchester United, que a partir del verano del 2009 lo incorpora a su rol. Ahí se inició la etapa más importante en la carrera futbolística por tierras inglesas.
Desde que conocimos esa increíble noticia de su transferencia al poderoso Manchester United todos los aficionados al fútbol del país nos dedicamos a conocer los detalles de la Premier, como su calendario. Nos levantábamos temprano los fines de semana para no perdernos un minuto de la rutilante carrera de Valencia. Lo que nos impresionó siempre fue su disciplina, el apego al trabajo, su serenidad, siempre cauteloso e inteligente dentro y fuera de la cancha, reservado para expresar sus pensamientos. Como cuando con una frase cortante describió la situación que vivía la FEF por ese entonces: es “como una papa sucia”. Dentro del gramado fue veloz, desbordador, hábil para centrar, sacrificado al máximo. Irradiaba confianza y seguridad en sus decisiones.
Solo el hecho de saber que Alex Ferguson lo tenía entre sus predilectos era ya parte de nuestro orgullo. Pero no podemos olvidar ese triste día de septiembre del 2010 cuando en uno de los encuentros de la Champions League el United recibió al Rangers de Escocia. A los 57 minutos vimos como una jugada típica de Valencia, al momento de desbordar, fue impactado por su celador de apellido Bradfoot en el tobillo. Todas las alarmas se prendieron ante los gestos de dolor y por la preocupación de compañeros, rivales y espectadores. Las imágenes que observamos en la televisión eran dramáticas. Había caído el nuestro con una fractura, su tobillo izquierdo había sufrido una lesión considerable que lo alejó varios meses de la cancha.
Su recuperación fue satisfactoria. Lo ayudó su gran fortaleza y su perseverancia para salir de esos momentos complicados. El amazónico seguía fuerte y reconocido; luego le llegó la capitanía, algo impensado por todos. Una cinta que no se la pone cualquiera, pero también vino el tiempo del adis. El equipo de los Diablos Rojos le confirmó que hasta mediados del 2019 duraba el último acto de su obra.
Hace pocos días Valencia, orgulloso, en compañía de su familia, cruzó el portón principal del Palacio de Carondelet y le dijo a Ecuador entero que se sentía honrado de que el presidente” lo haya invitado y eso yo lo considero una muestra de humildad extrema. Lo vimos feliz, sonriente, con la frente en alto porque él bien conoce que la gente lo quiere y lo admira.
Entre esa alegría, con varios discursos y declaraciones, una frase se me quedó en mi memoria. La dijo Toño y fue una promesa: “Tengo un compromiso con la niñez y la juventud de mi país”.
Le tomo la palabra don Antonio Valencia Mosquera. Que no se le olvide esa hermosa promesa porque usted sabe que los niños y jóvenes de nuestra patria lo necesitan.