De las 609 especies de anfibios registradas en Ecuador, el cuarto país del mundo con mayor número, 264 son endémicas del país. Y de este último grupo, 120 están en peligro de extinción. Ahí radica la importancia de investigar la biodiversidad genética en este ámbito.
Santiago Ron, curador de anfibios del Museo de Zoología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), dice que es difícil determinar el estado de conservación porque los anfibios son muy pequeños, lo que los hace difíciles de detectar.
Un ejemplo es el jambato de Mindo (Atelopus mindoensis), especie que no ha sido observada desde 1989 a pesar de que esa zona del noroccidente del país ha sido visitada con frecuencia por anfibiólogos durante las últimas dos décadas.
El tiempo juega en contra frente a las amenazas, como la pérdida del hábitat y una enfermedad provocada por un hongo que genera fallas cardiacas en los anfibios.
Un reciente estudio, publicado en la revista Science, dice que es el patógeno que más daño ha hecho a la biodiversidad en la historia. Hay 501 especies de anfibios del mundo infectados, una cuarta parte de ellos ha perdido el 90% de sus poblaciones y 90 han desaparecido. La pandemia está en 60 países, entre ellos Ecuador.
La Atelopus coynei, es una de las especies que está en peligro de extinción. Foto: Cortesía de Mario Yánez
Los beneficios de este grupo animal son múltiples.
Ron resalta que “la piel de los anfibios es húmeda y podría ser un medio de cultivo perfecto para hongos y bacterias. Como defensa, las ranas producen sustancias antibióticas que les protegen contra esos microbios. También producen alcaloides como protección contra predadores. En la actualidad hay muchas investigaciones en marcha para entender las propiedades químicas de estos compuestos y la potencialidad de su uso como fármacos para humanos”.
En los ecosistemas, agrega, ocupan un nivel intermedio en la cadena de flujo de materia y energía. “Se alimentan de insectos y otros animales pequeños y, a su vez, son alimento de animales más grandes como aves y serpientes. Su presencia es necesaria para la transferencia de materia y energía entre esos organismos”.
El proyecto Conservación de Anfibios y Recursos Genéticos (PARG), ejecutado por el Ministerio del Ambiente (MAE), es un ejemplo de la falta de priorización de los fondos disponibles para conservación de las especies, según Ron.
“La creación de bancos de genoma (que alberga material genético de las especies) es necesaria, pero debería focalizarse en plantas, hongos, invertebrados y otros grupos poco representados… Los anfibios no están entre esos grupos puesto que en la actualidad hay bancos de genoma que albergan a más del 75% de las especies del Ecuador”, seña