Redacción ÁMSTERDAM
Pasajeros lamentando con llantos la pérdida de su vuelo; niños arrastrándose por el suelo del aburrimiento; ancianos dormidos en silla de ruedas bajo una carpa a 39 grados; y familias enteras intentando salvar su viaje de verano rogando el paso a los que hacen cola: volar desde Ámsterdam es un caos acentuado por la ola de calor.
El Aeropuerto Schiphol de Ámsterdam es el tercer aeródromo más transitado por el tráfico internacional de pasajeros, pero desde mayo, es también uno de los puntos de origen más caóticos de Europa: las colas para cruzar los controles de seguridad son líneas de serpentinas a la que no se ve ni principio ni fin, y conllevan unas cinco horas de espera.
Schiphol insta a no acudir al aeropuerto más de cuatro horas antes de la salida del vuelo, pero en muchos casos eso es una garantía de pérdida del avión porque las colas, solo con maleta de mano -sin contar las colas de facturación de equipaje- superan las cuatro horas.
De momento, Schiphol ha asumido que el verano será caótico, debido a la ola de calor y ha pedido a las aerolíneas que cancelen vuelos o los desvíen a otros aeropuertos locales para reducir el número de pasajeros que pasan por Ámsterdam. EFE