“Y si algún día me toca a mí. Que las probabilidades son que sí. No crean que dejé todo y me fui. O que ni siquiera me defendí. Nunca digan que yo me lo busqué”, es la canción que suena, durante el velorio de María Belén Bernal.
Cáceres está prófugo, mientras Elizabeth Otavalo, madre de Bernal, dice que mantenía la esperanza de volver a ver a su hija.
“Han sido días largos, días de clamor. Gracias a quienes me ayudaron a hacer esa presión mediática”, dice Otavalo con voz enérgica. Lo dice con voz firme que refleja la fuerza que ha tenido desde que supo que su hija no volvió a casa y que el principal sospechoso huyó; luego de dar una declaración inconsistente en Fiscalía.
Otavalo habla del inicio de un camino largo en busca de Justicia, lo hace fuera de la capilla ardiente donde se velan los restos de Bernal, en el teatro de la Universidad Central, donde su hija se graduó de abogada.
La madre, con una camiseta blanca que lleva estampada una foto de Bernal, dice que irá hasta instancias internacionales, para resolver lo sucedido con su hija.