El encebollado, la guatita y la cazuela son deliciosas opciones de desayuno para los guayaquileños y por lo general están disponibles en un mismo local de comida típica.
Con esos platos, la manabita Oralia Fernández atrajo a clientes a la esquina de las avenidas Francisco de Orellana y Francisco Rizzo, en la ciudadela Samanes, norte de la ciudad, donde ya lleva 20 años.
Pero la pandemia del coronavirus la obligó a cerrar su negocio el lunes 16 de marzo, un día antes de que el Gobierno declarara la emergencia sanitaria en el país y ordenara el confinamiento de la población, prohibiendo aglomeraciones.
“Volví el (jueves) 23 de abril, pero solo entregábamos para llevar y mi hijo llevaba a domicilio”, menciona la mujer sobre su trabajo en días de contagios masivos, muertes seguidas y drásticas restricciones, con un toque de queda que empezaba a las 14:00 y finalizaba a las 05:00.
En Guayaquil, con el cambio del semáforo sanitario de color rojo a amarillo, el miércoles 20 de mayo los restaurantes fueron autorizados para recibir clientes, pero cumpliendo normas sanitarias, y ya hubo aval para la reapertura de centros comerciales, salones de belleza, talleres, entre otros negocios cerrados por dos meses.
Para entonces, el Municipio ya había ajustado ordenanzas acorde con las directrices del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional. Pero también había clausurado negocios que reabrieron sus puertas sin autorización. No obstante, luego prefirió no multar a los propietarios.
Así, a partir del 20 de mayo, ceñida a la disposición de atención al público con un máximo del 30 % del aforo del establecimiento, y más que nada con sentido de responsabilidad, Oralia Fernández, nativa del cantón Santa Ana, restó mesas y a cada una les puso dos sillas. Aparte lanzó cinta amarilla para establecer distancia.
Para sus clientes dispone de alcohol, gel de aseo, una bandeja en el piso para la desinfección del calzado y un aviso pegado a la pared: “Si no trae mascarilla, no se lo atiende”.
“Muchos quieren comer aquí y esperan; el que no, lo que hace es coger su tarrina y se va”, dice la mujer y asegura que la mayoría de clientes acepta aquella nueva normalidad, pero admite que a algunos les ha exigido colocarse cubrebocas.
Andrea Guerrero también se esmera en el cumplimiento de protocolos en su entorno de trabajo. Aplica alcohol en las manos de quienes ingresan a su restaurante situado en las calles García Avilés y Francisco de P. Ycaza, en el centro.
Los clientes también deben pararse sobre la bandeja de desinfección. “Adentro las mesas están espaciadas, solo para dos personas, hay gel en los baños. Esto (la pandemia) no ha terminado, es importante la prevención, por la seguridad de todos”, expone.
Gabriela Fariña, empleada de un restaurante en la avenida Manuel Gómez, en Mucho Lote 1, también espera con alcohol a los visitantes, que deben pasar por un arco de desinfección.
“A los clientes se les explica que es por seguridad, ellos dicen ‘cuidado me mojan mucho’”, comenta sobre el control y menciona que el uso de vajilla desechable ya es común en sitios de consumo de comida.
En la ordenanza consta la recomendación sobre la utilización de utensilios de un solo uso, como el retiro de las mesas de los condimentos (sal, pimienta, ají) para evitar la contaminación al manipularlos.
Los centros comerciales deben señalizar los espacios de tránsito de usuarios. Es así que hay puntos pintados en la entrada a las agencias financieras, donde personal toma la temperatura a los visitantes.
Las bancas tienen marcadas con equis el segmento que debe quedar libre para cumplir con el distanciamiento. Las plazas de comida disponen incluso de láminas para mantener aislados a cada comensal.
“En todos los locales ponen alcohol y hay la bandeja, es lo que hay que hacer para evitar la enfermedad, y nosotros utilizar mascarillas y también cargar nuestro alcohol”, expone Alfredo Andrade, motorizado que estos días ha visitado papelerías en busca de insumos para los suyos.
Control municipal
Xavier Narváez, director municipal de Justicia y Vigilancia, señala que en recorridos han verificado el cumplimiento de los protocolos sanitarios en sitios de consumo de alimentos, que no ha habido mayores novedades puesto que la ciudadanía, como medida de prevención ante el riesgo de contagios de COVID-19, ha preferido los despachos para llevar o las entregas a domicilio.
“En restaurantes se pueden encontrar familias, para ellas no hay distanciamiento, la familia puede estar junta; para el resto hay asientos individuales o distancias, pero es muy poca la concurrencia de ciudadanos a estos locales”, remarca.
Comedores y bahías de comercio
Mesas
Distancia entre comensales de mínimo 1,50 metros. Si las mesas son de 1 metro x 1 metro o menor, las deberá ocupar un solo comensal. Si las mesas son rectangulares de unos 0,80 metros por 1,50 metros, podrán ser ocupadas por dos comensales y no podrán estar frente a frente sino de forma diagonal.
Vajilla
Se sugiere usar vajillas descartables. En caso de vajillas, cubiertos, vasos no desechables, deberán ser lavados y desinfectados después de cada uso. También manteles, mesas y sillas. Se prohíben servilletas de tela.
Servilletas
Deberán eliminarse de la mesa los condimentos y servilletas para evitar manipulación y contaminación.
Bahías de comercio
Señalamiento en pisos de ingresos y salidas por distintas calles. Ingresos con arco de desinfección, según parámetros señalados del Municipio.
Clientes
El uso de mascarilla es obligatorio. No se permitirá el ingreso si incumple esta disposición. Se recomienda que no acudan menores de edad ni adultos mayores, en caso de hacerlo, deberán cumplir con la normativa.
