Un comunicado emitido por el Gobierno que recogía las declaraciones del ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, aseguró que Ecuador está en capacidad de fabricar una vacuna contra el Covid-19. Sin embargo, este anuncio no es compartido por expertos en la materia, como Esteban Ortiz, docente-investigador de Salud Pública de la Universidad De Las Américas (UDLA).
“Hay un desconocimiento del proceso sobre este comentario que lanza Juan Carlos (Zevallos), porque seguramente él no tiene muy claro cómo funciona la parte operativa de producir vacunas”, dice el experto, al tiempo que indica que desde 2014 Ecuador no trabaja en desarrollo de dosis ni el sector público, ni el privado.
Tecnología e inversión
Alfredo Naranjo, experto en Farmacología Clínica, señala que Ecuador no tiene la infraestructura necesaria para este proceso “ambicioso para cualquier país del mundo”.
Para Naranjo, el dar un anuncio sin un estudio previo demuestra “populismo y la falta de certezas ante una situación tan delicada como la pandemia”.
Ortiz agrega que los laboratorios universitarios que se dedican a la investigación son pequeños como para un proceso así de masivo.
Indica que esto no es nada sencillo: “se debería invertir mínimo unos 10 millones de dólares y esperar unos dos o tres años hasta hacer la planta y validar los procesos. Y, seguramente, cinco más hasta sacar la vacuna”, agrega.
No es la estrategia
Lo mejor que podría hacer Ecuador es esperar a que la vacuna funcione y las mejores alternativas son las de Oxford, Moderna y AztraZeneca, laboratorios que cumplen la obligatoriedad de pasar la fase tres, explica Gonzalo Mantilla, decano del Colegio de Ciencias de la Salud de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), en su artículo ‘Ecuador no está en capacidad de producir una vacuna’.
Con él concuerda Ortiz, pues indica que las circunstancias han demostrado que esta no es una estrategia factible para el país. “Preferible es hacer las vacunas que hacíamos. La producción de suero antiofídico que sí es una necesidad urgente”.
Ortiz trabajó en la extinta Empresa Pública de Fármacos (Enfarma), donde se producían la dosis contra la tuberculosis. Sin embargo, en 2014, los procesos que se hacían en el Instituto Izquieta Pérez (Guayaquil) que, durante el gobierno de Rafael Correar se dividió, creando el Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (Inspi) y la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa).
“Se estaba trabajando perfectamente, pero cuando el Ministerio de Salud junto al Arcsa sacaron un informe diciendo que no se puede producir vacunas porque no cumplían las buenas prácticas de manufactura”, recuerda Ortiz.
Después de esto, los procesos y las maquinarias quedaron en el olvido. Este es uno de los ‘puntos débiles’ recalca Naranjo, ya que asegura que sin experiencia previa en producción de otras vacunas es “difícil querer lanzarse a hacer una dosis desconocida. Cuando Correa cerró el Izquieta Pérez limitó la producción de vacunas y fármacos”.
Acuerdos internacionales
Los expertos señalan que la función del Gobierno ecuatoriano debe ser el de buscar alianzas para que “junto a los otros países en vías de desarrollo hagamos fuerza para que la vacuna llegue al Ecuador”, destaca Ortiz.
En varias entrevistas, Zevallos ha asegurado que Ecuador ya está gestionando el acceso a la vacuna, con al menos cuatro proyectos internacionales.
Ecuador estaría gestionando la adquisición de la vacuna con cuatro iniciativas internacionales.Naranjo explica que el Ministerio de Salud debe empezar procesos para repotenciar centros como el Inspi. “Hemos visto las fallas que ha tenido solo con el procesamiento de muestras para Covid-19”.
Para el experto, antes que “promocionar una vacuna, habría que acelerar la validación de muestras. Se estima que hay al menos 40.000 represadas, lo que es riesgoso, pues mientras los posibles positivos esperan por el resultado siguen saliendo y contagiando”, concluye Ortiz. (AVV)
“Nacionalismo de vacunas” no es positivo
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertó la semana pasada sobre el surgimiento de un “nacionalismo de vacunas” por la carrera de hallar un remedio contra la pandemia Covid-19.
“El exceso de demanda está creando un nacionalismo de vacunas y hay riesgo de que suban los precios “, subrayó Tedros, quien añadió que la OMS quiere evitar que haya especulación con estos productos mediante iniciativas como el Acelerador ACT, con el que se quiere generalizar el acceso a vacunas, tratamientos y diagnósticos en los países en desarrollo.
Tedros recordó que la OMS necesita 100.000 millones de dólares para financiar ésta y otras herramientas que buscan universalizar las herramientas de respuesta contra la COVID-19, y que de ese dinero 31.300 millones de ellos los requiere “de forma urgente”. EFE